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Los dioses clásicos una vez vivieron en Extremadura. Júpiter, Marte o Minerva, entre otros muchos, fueron idolatrados en las tierras que hoy conforman la región extremeña, rezados e invocados por los que fueran habitantes de estos lares dos mil años atrás.
Sinopsis
Bajo el gobierno de una Roma que a este rincón peninsular trajo no sólo la espada, sino también su cultura, se expandirían unas costumbres religiosas capitaneadas en lo arquitectónico por el surgimiento de nuevos templos, donde pudieran ser honrados por la comunidad tanto las deidades propias del panteón greco-latino, como aquellas otras de carácter autóctono o localizado, sin que faltasen aquellos sacros edificios destinados a la idolatración del emperador, a modo de sometimiento y cohesión de los territorios conquistados. Siglos después, muchos de estos templos han sobrevivido en mayor o menor grado de conservación. Desde Cáparra y Jarilla, a Fregenal de la Sierra y Regina, son más de quince los templos romanos preservados a lo largo y ancho de Extremadura. Algunos ejemplares, como el emeritense de Diana, son ampliamente conocidos. Otros, como el de Fuentidueñas en las cercanías de Plasencia, están abandonados. Entre ellos se ubica el considerado templo romano mejor conservado de toda España, anexo al puente de Alcántara. Esta obra, nacida como álbum fotográfico comentado, intentará al lector mostrárselos y descubrírselos, para mayor ilustración y divulgación de este tan rico como poco conocido legado patrimonial que Extremadura ha recibido.