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Sinopsis
La inmensa obra de Theodor Wiesengrund Adorno se caracteriza por su consciente contemporaneidad con Auschwitz, pues toda ella está escrita desde la ruptura del proceso histórico que significó dicha catástrofe. Muchas de sus primeras intuiciones intelectuales, apoyadas sobre todo en una precoz sensibilidad estética, tienen carácter de anticipación. La amistad y el intenso diálogo intelectual con W. Benjamin, uno de aquellos «avisadores del fuego» que alertaron de lo que se avecinaba con la intención de impedir su cumplimiento, aumentó su capacidad para captar el «estado de excepción» que, elevado a «regla», se vuelve irreconocible incluso para sus víctimas.
Auschwitz será el prisma desde el que Adorno mire la realidad social, la historia, la cultura, el destino de los individuos, la vida cotidiana o las tendencias del sistema económico. Desde una culpa difícil de explicar pero sostenida en la convicción de la complicidad existente entre la cultura occidental y la barbarie que hizo posible la catástrofe y alimentada por la responsabilidad no cancelable frente a las víctimas, el pensamiento de Adorno está presidido por un sentimiento de vergüenza ante ellas, de duelo irreparable y esperanza, como diría W. Benjamin, por mor de los que carecen de ella. Pensar y actuar para que Auschwitz no se repita, así reza el nuevo imperativo categórico propuesto por Adorno. Este imperativo quiere movilizar la memoria de las esperanzas incumplidas y de las injusticias pendientes de resarcimiento e impone una mirada agudizada a las catástrofes del presente, implacablemente crítica con sus causas y solidariamente compasiva con sus víctimas.