Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega. Las cookies que se clasifican según sea necesario se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento de las características básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento. También tiene la opción de optar por no recibir estas cookies. Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.
Imprescindibles
Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.
No imprescindibles
Estas cookies pueden no ser particularmente necesarias para que el sitio web funcione y se utilizan específicamente para recopilar datos estadísticos sobre el uso del sitio web y para recopilar datos del usuario a través de análisis, anuncios y otros contenidos integrados. Activándolas nos autoriza a su uso mientras navega por nuestra página web.
Sinopsis
Joseph Conrad fue marino antes que escritor. El mar recorrió su obra y le imprimió carácter. Cuando el 15 de abril de 1912 el Titanic se hundió en poco más de dos horas, el hombre de mar y gran moralista que fue Conrad no pudo permanecer ajeno al drama y reflejó su visión del asunto en los dos textos que aquí se recogen y que cuestionan la labor de las comisiones de investigación cuyos trabajos fundamentaron una sentencia final sospechosamente favorable a los armadores. Ambos textos son inestimables por su calidad literaria, por su lucidez en medio de la confusión y por su dimensión moral. Entre consideraciones técnicas sumamente atinadas, Conrad cuestiona la soberbia del armador, de la prensa, de los investigadores comisionados y de la sociedad toda que generó tan infladas y poco fundadas expectativas alrededor del Titanic, con tan dramáticos resultados. El Titanic fue, por voluntad de sus propietarios, todo un símbolo, y el símbolo se volvió contra quienes lo concibieron. Conrad suscita la verdadera dimensión humana y moral del drama que 100 años después sigue dando tanto que hablar.