Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega. Las cookies que se clasifican según sea necesario se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento de las características básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento. También tiene la opción de optar por no recibir estas cookies. Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.
Imprescindibles
Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.
No imprescindibles
Estas cookies pueden no ser particularmente necesarias para que el sitio web funcione y se utilizan específicamente para recopilar datos estadísticos sobre el uso del sitio web y para recopilar datos del usuario a través de análisis, anuncios y otros contenidos integrados. Activándolas nos autoriza a su uso mientras navega por nuestra página web.
Sinopsis
Carolina Coronado, escritora y poeta, dejó su impronta en el siglo XIX pues fue pionera de la igualdad y abrió las puertas del mundo intelectual a las mujeres. Aguerrida y firme, la extremeña hizo girar el sentido de la Historia, al convertirse en brújula de su marido, el diplomático americano Justo Horacio Perry, a quien apoyó en el ejercicio de su profesión. Amante del progreso y de los inventos, emprendió junto a su esposo la aventura del cableado submarino trasatlántico con la ilusión de evitar en el futuro muchas guerras. Amiga de la reina Isabel II y cortejada por la elite política y literaria, ofreció su salón, escenario de frecuentes tertulias, como un refugio del pluralismo ideológico. Con sus escritos y con la denuncia de sus versos, se rebeló ante las injusticias. Y su voz pudo oírse al otro lado del océano cuando, simpatizando con la causa del presidente Lincoln, abanderó la abolición de la esclavitud en América.