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Sinopsis
«Señora, ¿por qué?», preguntó el juez Terranova, pionero en la investigación de la Cosa Nostra. Serafina Battaglia entregaba al magistrado las fotografías de su marido y su hijo, asesinados en poco más de veinticuatro meses en una disputa mafiosa. Desde ese momento, en Palermo y en otros tribunales, la viuda empezó a hablar sin tapujos de una organización criminal cuya existencia muchos seguían negando. Ella la conocía bien, porque «las hembras de la casa lo saben». Serafina empezaba así su propia guerra contra la mafia, el Estado y la Iglesia, y como la pistola de la que no se desprendía jamás no era suficiente, convirtió en su arma a la maquinaria de la justicia. No se contentó con revelar nombres, tramas y delitos; entre el desprecio y la burla, llenó además las salas de justicia de gestos teatrales y escupitajos temerarios que despojaron a los mafiosos de su aura de poder. A partir de sus palabras en una entrevista concedida a la RAI en 1967,