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Sinopsis
Esto no es un libro, es una casa. Una casa con su puerta de entrada, su recibidor, los dormitorios, un estudio, ventanas Una vivienda que el narrador habitó en su juventud y que ahora vuelve a recorrer con las manos para construir un palacio de la memoria y permitir que nos abramos paso entre la tenue luz de los ventanales por el angosto pasillo. Porque, como en todas las casas, en esta casa también al final del pasillo habita lo oscuro. Dice Pablo Acosta que «la escritura es una materia muerta, pero deseo que contenga una energía que no solo se transmita de manera retórica. Parto de la experiencia y la trabajo como literatura, pero no es tanto la idea de pulir la piedra como la de retirar las rebabas: preparar el pergamino quitando la carne sobrante, interna, reblandecida, dejando solo la piel fina, lista para absorber la tinta que la enfermará. Por eso queda tan poca materia al final del proceso.