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Sinopsis
Existe una figura ambigua, a medio camino entre lo militar y lo civil, que no se terminó de definir hasta hace poco: el ingeniero. Este libro es una exploración fascinante de su papel central en la forja del Imperio español. También es una celebración de la curiosidad humana, del ingenio y de la sorprendente capacidad de adaptación de unos profesionales que no se limitaron a trasladar los postulados europeos, sino que se empaparon de los nuevos espacios hallados en ultramar y los admiraron.
La formación de un imperio requiere una reestructuración del paisaje con fines administrativos así como la vinculación de comunidades dispares en una sola entidad política por medio de infraestructuras. En el Imperio español, que se fijó en el romano como modelo, los ingenieros dirigieron obras públicas clave para lograr eficacia económica e integración social y cultural, pues facilitaban las comunicaciones y la salubridad y proporcionaban lo necesario para la defensa. Además, tuvieron que trabajar en un territorio extraordinariamente grande, con fronteras indefendibles y rutas vulnerables, o con recursos distribuidos de manera muy dispersa. Además, lo hicieron en un contexto de escasez financiera debida a las crisis económicas y las guerras dinásticas imperiales, dentro de un proceso de expansión tan agotador como asombroso.
Felipe Fernández-Armesto y Manuel Lucena Giraldo exploran la actividad de los ingenieros a partir de un sinfín de atractivas historias, siempre bien contadas, y ofrecen una visión muy singular de la construcción del Imperio español, con sus virtudes y extraordinarios logros.